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Las consecuencias psicológicas de las lesiones

 

¿Que sucede entonces cuando irrumpe una lesión y los deportistas se ven obligado a dejar sus actividades? En pocas palabras se sienten abrumados por una serie de pérdidas significadas como internas o externas. Si la lesión es suficientemente grave como para mantener fuera al atleta durante una buena parte de la temporada, lo primero que se pone en juego es su identidad como deportista o miembro del equipo. Vive la experiencia como si perdiera su lugar y papel en el grupo de entrenamiento o emergen sentimientos de duda sobre su propia valía como atleta.
Un atleta olímpico que sufrió una grave lesión, y por ende debió estar al margen de su deporte por bastante tiempo señalo muy claramente: "He estado haciendo atletismo desde que tenía 10 años de edad. Es todo lo que sé. Es lo que soy y lo que hago. Si yo no soy un atleta entonces ¿quién soy realmente?"
Sin su deporte, sin los entrenamientos y competiciones, de repente el atleta vive un  vacío potencialmente significativo que afecta el sentido de sí mismo y que de alguna forma intentará llenar. Si el deportista ha sido capaz de ampliar su participación en otras áreas de su vida, es probable que pueda sobrellevar la lesión de mejor forma. Goldberg señala que desafortunadamente, muchos atletas de elite no tienen el tiempo de realizar otras tareas fuera del deporte por lo tanto sufren lo que se denomina Confusión de Identidad, es decir, la lesión cambia su posición en el equipo, cambia la percepción, del equipo técnico, y de los directivos hacia él por tanto vive esta situación como si no tuviese un lugar bien definido.
 Por otro lado se pierde la salud física y la sensación de invencibilidad. Muchos atletasestán acostumbrados a ser independientes y confiar en sus cuerpos para afrontar las exigentes cargas de entrenamiento o los desafíos competitivos. Con la lesión, el atleta se tiene que enfrentar el hecho frío y duro que su cuerpo no es el mismo, que también es frágil. Además, las lesiones con frecuencia hacen que el deportista deba depender de los demás, es decir, médicos, entrenadores, fisioterapeutas, etc. Experiencia que les resta libertad y que es afrontada en ocasiones, con rabia, frustración o pereza.
En segundo lugar, se pierde una importante fuente de su autoestima. El atleta se acostumbra a recibir constantemente elogios, por ser el más rápido, el más resistente o el más fuerte, por tanto se siente querido, valorado y validado por su entorno. De este modo al verse marginado de las actividades diarias, al observar desde lejos a sus compañeros y darse cuenta que ya no es objeto de la atención de antes, es posible que surjan las dudas ligadas a su valor como deportista. Es decir sino no estoy entrenando duro en la pista, compitiendo con mis compañeros, compartiendo con el grupo ¿qué valor tengo para el equipo o el entrenador?, este tipo de cuestionamiento pueden surgir y herir el autoestima. En casos más serios diversos autores señalan que surgen sentimientos de alienación y aislamiento, realizar los ejercicios recuperativos en un gimnasio o pabellón alejado de los compañeros, puede provocar la permanente sensación de estar perdiéndose momentos importantes o vivir el evento como alguien que ha sido olvidado.
Es preciso señalar que cada atleta afrontará la experiencia de lesionarse de manera distinta, de todos modos es necesario preguntarse ¿qué significados conlleva para él, y que repercusiones a nivel emocional esta generando? De todos modos e independiente de la singularidad del afrontamiento que elija cada atleta, es necesario comprender que sentimientos de duda, comportamientos “disruptivos” son absolutamente normales y una parte natural del camino a la recuperación. Algunos psicólogos deportivos señalan que como con cualquier tipo de pérdida, el atleta puede pasar por una serie de etapas de características similares al proceso de duelo: negación, ira, negociación, depresión,aceptación.

 

 

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